domingo, 4 de marzo de 2012

El poder marginado

Mi nombre se lo llevó el viento hace ya tiempo. No articulo palabra, pues para ellos no existo y no me escuchan. No oigo, pues mis oídos se han hartado de escuchar mentiras y estupideces. No veo, pues han tapado hábilmente mis ojos con vendas. Pero aún siento.

Siento nostalgia de un pasado en el que mi nombre era respetado y temido, en el que mi voz se alzaba fuerte y poderosa y era capaz de luchar contra aquellos que me injuriaban y buscaban destrozarme en su beneficio. La pena me invade al comprobar que los argumentos de mis enemigos se han empobrecido, y, sin embargo, tienen más peso que los hábiles discursos de otrora. La rabia inunda mi ser al pensar que una parte importante de mi ha sucumbido a la venda que me han impuesto los periodistas corrompidos por ideales vacíos. Pero aun siento, por lo tanto, aunque moribundo, sigo vivo.


Ahora mis enemigos campan a sus anchas robando mi patrimonio, destrozando mis bienes y flagelando mi cuerpo. Y yo, mudo, sordo y ciego, no puedo saber por dónde me atacarán, aunque mi experiencia y mi tacto me hagan intuir por donde vendrán los golpes. Soy débil, han abatido mis fuerzas y mis piernas flaquean, pero estoy vivo y siento. Y si siento puedo percibir la ofensa, el ultraje y la humillación que contra mí se comete y que provocarán que incube una poderosa rabia en mi interior, pues nadie es capaz de verse apaleado y ultrajado y no hacer nada para redimirse. Esa rabia será mi fuerza, de ella sacaré la energía necesaria para alzarme de nuevo vigoroso, y entonces me temeréis.

Mis respuestas de momento han sido vagas, pues me faltan mis sentidos y mi nombre ya no tiene fuerza. Esos golpes han sido impulsivos, los han querido más mi corazón empujado por la sangre joven que mi cabeza. Pero, si llegasen a agotar mi paciencia, los impulsos de mi corazón dejarían paso a complejos planes elaborados por mi cabeza. Será entonces cuando se arrepentirán de haberme enfurecido.

Mientras tanto, sus golpes contra mí, lejos de cesar, van en aumento. Ya no solo me roban, me humillan e insultan a mi inteligencia con grotescas mentiras, sino que pretenden que pague sus errores, con lo que perdería lo que me queda de honor y me vería obligado a someterme a ellos. De esta manera es como pretenden convertirme en esclavo, pues alguien sometido y sin honor no es ya libre. Pero no cuentan con mi orgullo, ese orgullo que aun me queda pese a que haya sido pisoteado y ofendido mil veces. Un abuso más, un peso más sobre mi cansada y maltrecha espalda, y mi orgullo prenderá la mecha de un fuego que arrasará su insolencia y romperá el yugo al que me han sometido. Entonces mis cuerdas vocales despertarán de su letargo, mis oídos se despejarán para escuchar mi propia voz enaltecida y las vendas que cubren mis ojos serán pisoteadas con la renovada fuerza de mi corazón.

Será entonces cuando ellos, los que me han pretendido someter y casi lo consiguen, huirán presas de un terror que les impedirá dormir. Y será entonces cuando yo los persiga, los humille, los empobrezca y cargue de sufrimientos sus espaldas. Mi fuerza estará entonces renovada y golpeará con toda la furia que he acumulado en mi estoica espera. Tras esto mi nombre volverá a sonar mecido por el viento y no me volveré a someter a nadie, seré el dueño de mi destino y nadie osará oponerse a mi voluntad. Mi nombre es "El Pueblo" y vosotros, ciudadanos, sois mi alma.

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