sábado, 5 de noviembre de 2011

Ella

Su nombre lo tomó un valle, tan hermoso y vivo como ella, de la tierra de ese valle nacieron sus ojos, de un marrón intenso, del canto de los pájaros su voz surgió como la más dulce de las melodías, del cielo nocturno, oscuro e infinito, surgió su pelo, de las flores tomó su aroma, el árbol le dio su fuerza, el ciervo su elegancia. Su carácter puro lo tomó del rocío fresco de la mañana, la calidez de su mirada fue un regalo del Sol, su temperamento lo tomó del indomable viento. Así surgió, de un valle de las tierras catalanas, de parajes idílicos y sueños de amor, la diosa de mi inspiración.

Tendió su delicada mano al sediento de amor, y calmó su sed, acurrucó en su seno al hostigado por los demonios del fracaso, y lo consoló, dándole la fuerza y el vigor para continuar, cautivó al bisoño joven, enamoró al curtido hombre, sembró la paz en las almas llenas de guerras internas que desgarraban al ser y lo consumían. Vino a ser salvación de mortales, verdadera revelación de esperanza, se convirtió en la medida de todas la cosas.

Era diosa del amor, emanaba pasión por cada uno de sus poros, era tentación, deseo y lujuria para los hombres. Sus senos perfectos invitaban a soñar con ellos, sus delicadas y gráciles formas impedían a los ojos mirar hacia otro lado, contemplarla llenaba de calidez, su rostro era una perla preciosa en la que se dibujaban la tierra en sus ojos y el cielo en su pelo, sus labios eran carnosos y sensuales, desear besarlos se hacia irresistible.

Bajó a la tierra de la desdicha y de la muerte, y tomó a un desdichado mortal como amante. El mortal bebió miel de sus labios, tocó la seda con la que estaba tejida su piel, admiró la profundidad de la tierra en sus ojos, supo lo que era el paraíso, supo lo que era no padecer y no necesitar, lo que era tener todo cuanto quería y necesitaba. Supo lo que era ser un dios entre mortales por el mero hecho de ser un enamorado entre tanto desamor.

2 comentarios:

  1. Precioso relato, tiene que ser una delicia que te susurren cosas como esas al oído.

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