miércoles, 19 de diciembre de 2012

¿Se acaba el mundo el 21 de diciembre?

 Os dejo un artículo que escribí y publiqué hace algún tiempo sobre el tema de moda en estos días, para el que todavía no lo tenga claro



La fantasía, la imaginación y el siempre entrometido afán de conseguir dinero fácil a través de incultos dados a creer este tipo de memeces han hecho que este mito del 2012 se extienda y ocupe un lugar de privilegio entre informaciones realmente serias. “¿Por qué no creer en ello?”, afirman algunos. Está bien, creamos por un momento en ello, entonces también deberíamos creer que las pirámides las construyeron extraterrestres, y no los egipcios con el sudor de su frente; que Afrodita nació  de un testículo de Zeus al entrar en contacto con el mar; que los fantasmas existen; o el fin del mundo en el año 1000, según lo cual ni ustedes ni yo estamos ahora vivos.  

Seamos serios. Esta historia del fin del mundo en poco más de un año es un mito más de tantos otros que a lo largo de la historia el ser humano ha inventado, unas veces por miedo, otras por afán de lucro, como es el caso; además de ser una cortina de humo que se suma a otras tantas para evadirnos de una realidad francamente decepcionante. Y, siendo serios, no hay mejor forma de derrumbar un mito que aportando pruebas, históricas y constatadas, sin que la imaginación ni la fantasía jueguen ningún papel.

Los mayas eran ciertamente una civilización brillante, tenían un arte exquisito, una lengua y una ciencia avanzada, destacando sobre todo la astrología, además de tener un sistema numérico solo comparable al nuestro, más avanzado incluso que el de los romanos, y un sistema de calendarios muy exacto. De todo esto, lo que nos interesa hoy es el sistema de calendarios.



De los tres calendarios mayas que existían, y que funcionaban a la vez, el que nos interesa es el llamado “la cuenta larga”, que era el que organizaba su tiempo a una escala superior, similar a la de nuestros años, siglos y milenios, y que les servía para saber el fin de una era. Este calendario constaba de Tun, que era un año solar, de 365 días, lo que nos da muestra de su avanzado conocimiento de los astros y el movimiento de estos; a una escala superior encontramos el Katun, que equivalía a 20 Tun, y por último tenían el Baktun, que equivalía a su vez a 20 Katun. Los otros dos calendarios eran el HAAB, que se trataba de un calendario solar de 365 días divididos en 18 meses de 20 días más 5 días sueltos y que servía para saber cuándo sembrar, y un calendario mágico llamado TZOLKIN, en los que cada uno de los días del mes se encomendaba a un dios. 

Una vez completada la tediosa explicación, en la cual espero no haber aburrido demasiado, pasemos al tema en cuestión. Según la cuenta larga, el mundo de los mayas comenzó en el 11 de agosto del 3.113 a.C. con el nacimiento de su dios Sol, y a partir de ahí comenzó su historia. Según los mayas, la era en la que vivían desde el 3.113 a.C. acabará pasados 13 baktunes, lo que equivaldría unos 5.125 años, dando como resultado que la era en la que viven acabará a finales del año 2012 d.C., pero tranquilos, no hay porqué alarmarse.
 
En primer lugar el número 13 era mágico para los mayas, y ese es el motivo de que fueran 13 baktunes y no, por ejemplo, 15; en segundo lugar, para los mayas el fin de cualquier unidad temporal, incluso los días, era temible, ya que pensaban que los dioses eran los que hacían posible dichos cambios y que, si los dioses no estaban contentos con ellos, o simplemente no querían, el tiempo no pasaría y quedarían atrapados en un tiempo que no pasa; por eso no es de extrañar que, si ya temían que el Sol no saliese de un día para otro, ¿cómo no iban a temer el fin de una era? Para sus mentes supersticiosas y temerosas de los dioses el fin de una era sería un tiempo terrible y horroroso, y así nos lo han transmitido. Por lo tanto, de su miedo al fin de una unidad temporal tan amplia nace el mito del fin del mundo, que sería comparable, guardando las distancias, a nuestro año mil, en el que los supersticiosos y temerosos hombres del Medievo creían que acabaría el mundo, y, como ya apunté, aquí seguimos todos 1012 años después.

Por otro lado, el fin de una era no significa que los mayas pensasen que el mundo se acabaría, de hecho lo más que pensaban los mayas es que tras un proceso turbulento de cambio de era se sucedería otra era nueva, en la que el mundo habría cambiado radicalmente, pero seguiría existiendo. Además, los mayas actuaban con cierta arbitrariedad en sus parcelaciones de tiempo a gran escala, como los Baktunes, ya que, como indiqué antes, se basaban en números sagrados, una arbitrariedad totalmente aceptable, tanto como la nuestra de siglos de cien años, pero que nos indica una realidad incuestionable: lo que acaba es su era, una era nacida de su cultura, totalmente ajena a otras parcelaciones temporales de otras partes del mundo, es decir, más que el mundo, lo que se acaba es un calendario de una cultura extinta, que probablemente de haber seguido existiendo habría ampliado y renovado dicho calendario.
 
En definitiva, ustedes seguirán vivos el 22 de diciembre de 2012, los bulos y pantomimas formados alrededor del mito maya solo han servido para que unos listos saquen dinero a unos crédulos. El fin del calendario maya solo indica el fin del tiempo de los mayas, el fin de un sistema numérico creado por y para ellos, y que ni siquiera les sirvió para predecir su fin, pues su apocalipsis llegó mucho antes que el de su calendario, ya que los mayas dejaron de existir como tal desde finales del siglo X d.C. cuando sus ciudades fueron abandonadas. Por lo tanto, si no supieron siquiera predecir su fin, ¿cómo podrían saber el nuestro?
 
Dejen de creer en mitos y dioses y crean en el hombre, pues de nosotros mismos depende seguir vivos mañana o morir dentro de un año. Es infinitamente más probable que una de las bombas inventadas por nuestro intelecto acabe con la humanidad que ver a Quetzalcóatl destruyendo a la civilización humana.  




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