sábado, 17 de noviembre de 2012

Rima I

Al rocio de la mañana,
fresco aliento de vida, 
vivo como lágrimas de dama,
el amor tornó en herida.

Noche de pasión descontrolada, 
de amor sempiterno liberado
de la solitaria prisión helada 
de tu recuerdo eterno.

Mas en la mañana clara,
en tu rostro bañado por el Sol,
en mi mente despejada,
en mi deseo saciado de amor, 
eres extraña confluencia de dolor y pasión.

Otrora plena luz en mi rostro gélido, 
hoy, tenue resplandor de llamas.
Otrora tormenta intempestuosa
en el mar de mis latidos, 
hoy, suave brisa matutina
que baña mi alma de fresca incertidumbre.

Te amo sin amarte, 
y, sin embargo, te amo.
Quiero querer quererte,
pero no puedo. Mas te quiero.

Desgarrador abismo de tinieblas
que nublan la percepción,
cruel desdicha de vacias palabras
cargadas de razón. 

Inmenso océano de insegura seguridad, 
mar de dudas, ¡eso soy! y nada más.

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