Tengo el alma resacosa
de sueños rotos,
de felicidad efímera
otrora de apariencia sempiterna.
Tengo el corazón henchido
de felices recuerdos,
mas de la dicha desierto
que una vez me inspiraron tus ojos.
Hoy solo es dolor hiriente,
Tengo el corazón henchido
de felices recuerdos,
mas de la dicha desierto
que una vez me inspiraron tus ojos.
Hoy solo es dolor hiriente,
lo que en otro tiempo fue pasión ardiente,
hoy solo hay lágrimas
donde antes había unión de ánimas.
¡Ah! ¡Cuantas veces canté en la noche,
con el corazón ardiente,
el sonido de tu nombre!
¡Cuantos besos tiernos de tu boca
robé a tus labios, indecente,
por desearlo mi alma loca!
Mas hoy, entre las ruinas
de lo que fue y ya no,
entre las lágrimas de nuestras almas,
la culpabilidad me hiere más que el fin,
la responsabilidad causa la peor desazón
para mi corazón.
Hoy, las estrellas lloran tú dolor,
y la luna odia mi existencia,
hoy, soy el culpable de lo que acabó,
hoy, soy el responsable de tu tristeza.
Tan solo escribo estos versos
para pedirte perdón,
ojalá nuestros besos
no causasen ahora desazón.
Discúlpame, mi amor,
jamás pensé que tuviéramos
que decirnos adiós.
¡Qué versos tan tristes, Pablo!
ResponderEliminar¡Ánimo!
Un beso.