jueves, 22 de noviembre de 2012

Gaza, la vergüenza del mundo occidental

Una vez más Gaza. Una vez más palestinos e israelíes en su lucha sempiterna. Una vez más radicales de ambos bandos destrozando vidas ajenas al conflicto. Y una vez más silencio de la comunidad internacional ante las terribles masacres que comete el pueblo israelí contra el pueblo palestino.

Gaza es hoy, como ha sido muchas veces, y posiblemente lo será alguna más, la vergüenza del mundo occidental y los valores que, supuestamente, lo rigen. A los occidentales nos han educado en el ideal de la democracia y el pacifismo, en el diálogo y el entendimiento. Si los niños se golpean, los recriminamos, si los ciudadanos protestan violentamente, los desacreditamos. La violencia es un elemento que ha dejado de pertenecer al pueblo, y que, sin embargo, han monopolizado los Estados. Los ciudadanos no deben, ni pueden, ser violentos, pero si el Estado lo considera menester, puede ordenar apalear a todos cuanto lo amenacen, violenta o pacíficamente. La violencia del poderoso contra el débil está justificada y es defendida por los títeres de los gobiernos, prensa y ultrapatriotas; y esto ocurre tanto a nivel nacional como internacional.

Y es que, la violencia ejercida por los milicianos palestinos es deplorable, nefasta, digna de toda reprobación; viola los derechos humanos y es condenada por toda la comunidad internacional. Y, sin embargo, la violencia ejercida por Israel, legítima en cuanto a que se trata de una, valga la redundancia, "legítima defensa" de los ataques de los "perversos palestinos", es una violencia justa. No importa que esa violencia provoque cien veces más víctimas que la de los "deplorables" palestinos, no importa que mueran decenas de niños palestinos, pues son los otros, los malos de la película que nos cuentan los medios.

Los palestinos, no se crean, tampoco son unos santos. Si nos remitimos a los hechos, es bien cierto que ellos empezaron todo esto, pero también es bien cierto que su capacidad de hacer daño es bastante reducida. No obstante, una agresión siempre será una agresión, e Israel está en su derecho de contestar, pero como país occidental y "civilizado", y con un pasado cargado de sufrimiento, sus métodos son, cuanto menos, cuestionables. Porque el conflicto palestino-israelí es claramente desigual. Los palestinos golpean con palos mientras los israelíes usan tanques. Si los palestinos matan a tres israelíes, los israelís bombardean sin ton ni son la franja de Gaza, para "destruir a los terroristas"; las demás víctimas son "daños colaterales".

Es muy sencillo llamar daños colaterales a personas anónimas. Es un lavado de cara y de manos, llenas de sangre, espectacular. Y muy convincente para el resto de potencias occidentales. Y, por supuesto, los muertos israelíes no pueden, ni podrán considerarse jamás, daños colaterales. Lo peor de esta deshumanización de la violencia y la muerte es que muchos de esos daños colaterales son niños. Esas personitas que no tienen conciencia de lo que pasa, que no son culpables del terrorismo radical de unos ni del terrorismo legal e institucionalizado de otros y que, sin embargo, lo pagan con sus vidas apenas comenzadas.

Y llegados a este punto, radicalizaré mi postura desde un punto de vista lógico. ¿Cómo pretenden vivir en paz los israelíes después de todo esto? ¿Cómo pretenden que los palestinos no respondan cuando tienen que portar en brazos los cadáveres de sus hijos destrozados por una bomba? Los israelíes matan niños a la vez que alimentan un odio que no puede sino incrementarse, aumentando la violencia y la muerte. Si de verdad quieren paz, y usan este método para conseguirla, solo puedo vislumbrar un objetivo a conseguir por los israelíes: la aniquilación del pueblo palestino. Un verdadero Holocausto. Quien se lo diría a los padres de estos judíos, aquellos que salieron famélicos y casi exterminados de los campos de exterminio nazi. Sus hijos y nietos son ahora igual de nazis que aquellos que los maltrataron hace setenta años.

Es por todo esto por lo que pienso que hoy es Gaza la vergüenza de occidente, al igual que los Pactos de Múnich fueron la vergüenza de Europa en 1938. Por aquel entonces, Hitler hacía y los demás consentían. Hoy, Israel hace y los demás bendicen. El cazado despiadadamente convertido en cazador sanguinario. Cruel paradoja del ser humano que olvida lo sufrido cuando el poder se deposita en sus manos. Parece ser que el hombre, tras padecer miles de calamidades y siglos de evolución, seguirá siempre siendo un lobo para el hombre.

1 comentario: