viernes, 28 de octubre de 2011

Las metas más atractivas estarán siempre al final de tortuosos caminos

Me encuentro en una encrucijada de caminos, avanzar hacia cualquier lado parece cuanto menos arriesgado, no sé a dónde dirigir mis pasos, pues cada camino conduce a una realidad que quiero y a la vez temo, y aquel que más apetecible me parece es al que mas temo, pues no es un camino fácil, las tinieblas lo rodean, el dolor emana en cada una de sus afiladas y puntiagudas zarzas rojas como el fuego, pero solo contemplar el final de ese tortuoso camino lo hace irresistible. Probablemente mi curtido aunque indefenso cuerpo se deje guiar, una vez más, por el camino más apetecible pero menos conveniente. Las zarzas enredaran y perforaran mi cuerpo, las grietas del camino atraparán mis pies y doblaran mis tobillos, y finalmente, cuando este tan cerca de ti que pueda notar tu aliento sobre mis labios, sin quererlo, sin pretenderlo, descargaras todo el dolor que a un alma se puede infundir y te alejaras sin darte cuenta, dejándome arrodillado, lastimado y sangrando, roto por el dolor y presa de la desesperación, y dentro de mi demente cabeza, un resquicio de cordura cruel me recordará una y otra vez con punzantes palabras: te lo dije, volviste a tropezar con la misma piedra. Ni siquiera las lágrimas podrán aliviar una pequeña parte de lo que sentiré en ese momento, nada podrá aliviarlo, nada. Y sin embargo allá me dirijo, con paso decidido hacia ti, sintiendo ya los pinchazos en mi piel, aunque mi alma aun está llena de fe.

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